03 enero 2006

RESEÑA: El Señor de los Anillos (07)

LIBRO I: LA COMUNIDAD DEL ANILLO
SEGUNDA PARTE
2.- EL ANILLO VA HACIA EL SUR

Habiéndose completado la Compañía y estando claro su objetivo, toca ponerse en camino hacia Mordor. Actuando Gandalf como guía del grupo, deciden encaminarse hacia el Sur, protegidos por las montañas.

Durante, aproximadamente, cuarenta días, los viajeros marchan por una región bastante inhóspita, con una extraña sensación de soledad, pero que, en lugar de tranquilizarlos, los preocupa aún más. Aragorn, en un pasaje, lo expresa bastante bien cuando viene a decir que ha recorrido algunas veces esa región y siempre ha escuchado el canto de algún pájaro, pero ahora reina un absoluto silencio.

Esa preocupación de Aragorn pronto se tornó en acertada, al sobrevolarlos una bandada de pájaros silvestres procedentes del Sur, de las zonas próximas a los dominios de Saruman, en Isengard. Esa era una de las posibilidades para dirigirse a Mordor pero, tras la revelación de Gandalf sobre la traición del Mago, dicho paso quedó totalmente cerrado para ellos, debiendo buscar otra alternativa.

Así las cosas, al no poder pasar por Isengard, decidieron atravesar las montañas por el Paso del Cuerno Rojo, donde se encuentra el Pico Caradhras, lugar con una extraña leyenda a su alrededor, no sólo para los Enanos, leyenda que comprueban los viajeros en sus propias carnes cuando un extraño y violentísimo temporal les impide avanzar, cerrándoles prácticamente esa vía hacia el Este y dejándolos casi a la intemperie y, lo más preocupante para ellos, desprotegidos frente a un peligro que los sorprendió tras el temporal: una manada de huargos o lobos salvajes que los cercó.

En este momento se presentó la primera ocasión de verdadero peligro para los expedicionarios, desde su salida de Rivendel, que fue bien resuelta por ellos gracias a la ayuda de Gandalf y sus poderes. Visto que por el Paso de Caradhras no podrían avanzar, y temiendo nuevos ataques de los huargos, tocó buscar un paso alternativo hacia el Este, mencionándose un lugar fatídico en la historia de la Tierra Media para todos los pueblos: las Minas de Moria (Khazad-Dum para los enanos), cuya entrada occidental se encontraba a una jornada de marcha de donde ellos estaban.

La idea de atravesar Moria despertó numerosos recelos en la Compañía (salvo en Gimli, por razones obvias), porque todos conocían extrañas historias del lugar pero, con una misión que cumplir, con los Pasos cerrados de Rohan (por la cercanía a Isengard) y de Caradhras (por la negativa de la montaña a permitirles pasar), el único camino posible era a través de Moria, con lo que hacia allá se dirigieron a la mayor velocidad posible, para evitar un nuevo ataque de los huargos.

Una vez encontrado el sendero que los llevaría a la puerta de entrada, descubrieron que las cosas habían cambiado bastante: el río que atravesaba el lugar había desaparecido, ya que su cauce, en otros tiempos caudaloso, aparecía casi seco, lo que tampoco hacía presagiar nada bueno. Llegados a la puerta Occidental de Moria descubrieron el porqué no había río: había sido embalsado delante de la puerta, formando una laguna absolutamente negra que a todos los viajeros causó una desagradable impresión, sobre todo cuando tuvieron que atravesar parte de ella para acceder a la puerta.

Las puertas, como es de suponer, estaban cerradas y, para ojos inexpertos, eran invisibles. Además, una vez encontradas, para poder abrirlas había que dar con la palabra que permitía abrirlas (« es probable que estas puertas estén gobernadas por palabras », tal como dijo Gandalf cuando le preguntaron cómo abrirlas). Tras probar con diferentes combinaciones sin éxito, a Gandalf se el encendió la bombilla encima de la cabeza :-) y dio con la solución al acertijo escrito sobre la puerta, donde se contenía la respuesta.

Abriéndose las puertas de piedra, algo sucedió a sus espaldas. Del lado emergió un tentáculo que sujetó a Frodo, tirando de él hacia el agua. Mientras todos colaboraban para liberarlo, de repente emergieron muchos más, con lo que la única salida que les quedó fue la de dirigirse hacia el interior de Moria, sintiendo cómo las puertas se cerraban y quedaban bloqueadas por la acción de la extraña criatura guardiana del lago.

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