15 febrero 2006

RESEÑA: El Señor de los Anillos (11)

LIBRO II: LAS DOS TORRES
PRIMERA PARTE
1.- SIGUIENDO EL RASTRO DE LOS ORCOS

Habiendo decidido Aragorn, Legolas y Gimli que su principal misión sería la de rescatar a Merry y Pippin de los orcos, comienzan a perseguirlos hacia Isengard, hogar del mago Saruman. Los orcos avanzan hacia el Oeste a una velocidad frenética, lo que lleva a que sus perseguidores vayan quedando atrás. Aunque pueda parecer lo contrario, la persecución va dando sus frutos cuando descubren uno de los regalos de la dama Galadriel (un broche) tirado en la pradera, a cierta distancia del rastro que seguían los perseguidores. Esto les hace redoblar esfuerzos ya que saben que, por lo menos, uno de los hobbits continúa con vida.

Tras varios días de agotador viaje, los perseguidores tienen un encuentro con una hueste de jinetes de Rohan (avanzaban a través de su territorio hacia Isengard). A través de ellos averiguan que la tropa de orcos a la que perseguían ha sido atacada y destruida por los jinetes quienes, a continuación, prendieron fuego a los cadáveres. Tal notica causó un hondo pesar en los perseguidores, quienes continuaron el avance para averiguar si cabía mantener alguna esperanza de encontrar vivos a Merry y Pippin. Para la última parte de su viaje, contaron con la ayuda de los jinetes, quienes les prestaron dos caballos para continuar camino, con la promesa hecha por Aragorn de devolverlos y, eventualmente, combatir junto a ellos.

Cuando Aragorn, Legolas y Gimli llegaron al lugar donde se levantaba la pira funeraria, descubrieron como, efectivamente, los Rohirrim habían hecho un magnífico trabajo, acabando con la hueste de orcos. A simple vista no se ve rastro de los hobbits hasta que Aragorn comienza a revolverse por los alrededores, momento en el que descubre que los dos hobbits están con vida y que han conseguido escapar del lugar donde se desarrolló la batalla, pero quedan todos desconcertdos cuando descubren que el camino que tomaron los conduce hacia el Bosque de Fangorn, otro lugar con una extraña leyenda para todos los pueblos de la Tierra Media.

Al igual que ocurre en el libro, ahora toca cambiar el punto de vista de los personajes, para centrarnos en lo que vivieron Merry y Pippin durante su cautiverio. Como bien intuíamos, tras la defensa que de ellos hizo Boromir mientras le quedaron fuerzas, muerto éste, los orcos se los llevaron camino de Isengard. Inicialmente como meros fardos para, más tarde, cuando se dieron cuenta de que eran perseguidos, hacerlos marchar al ritmo de la tropa de orcos. Durante el viaje, descubrimos que entre los propios orcos hay diferentes grupos y que existen conflictos entre ellos, acerca del destino que ha de darse a los hobbits. Por tamaño y fortaleza, prevalecen los Uruk-hai de Isengard y las instrucciones que éstos tenían (llevarlos de una pieza a Saruman). Aprovechando la marcha y una de las frecuentes discusiones, uno de los hobbits se aleja de la ruta y deja caer su broche, con la vana esperanza de que Aragorn y los demás lo encuentren (como vimos, acertó).

Para la tropa de orcos, el miedo aumentó cuando tuvieron conciencia de que una hueste de Jinetes de Rohan venía tras ellos. Pese a todos sus esfuerzos, fueron atacados, rodeados y, finalmente destruidos, pero antes los hobbits tuvieron que hacer frente a una auténtica situación de peligro ya que, con los Rohirrim alrededor, volvió a tener lugar un enfrentamiento entre las diferentes facciones de orcos por el « botín » que transportaban, momento en el que Merry y Pippin aprovecharon para, antes de comenzar la batalla, escaparse de la zona conflictiva, con la involuntaria colaboración de uno de sus captores.

Una vez lo sufientemente alejados de la zona de peligro y tras recuperar fuerzas, se encaminaron hacia el interior del Bosque de Fangorn, con la esperanza de encontrar algo de tranquilidad pero...

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