14 mayo 2006

RESEÑA: El Señor de los Anillos (15)

LIBRO II: LAS DOS TORRES
PRIMERA PARTE
5.- ISENGARD

Tras la batalla y la derrota de Saruman, toca rendición de cuentas con el derrotado, así que hacia Isengard se dirige una representación de los vencedores integrada, entre otros, por el Rey Theoden y parte de su escolta, Gandalf, Aragorn, Legolas y Gimli. Para llegar hasta Isengard deben atravesar el bosque aparecido a las faldas del Abismo de Helm, lo que aterroriza a los viajeros, sobre todo cuando descubren su secreto.

Pero el Bosque no es la única sorpresa que se llevan los viajeros en su ruta hacia Isengard. Aparte de los restos de los soldados que lucharon en la batalla librada para proteger la huida hacia el Abismo de Helm (y que el Rey ordenó fuesen sepultados debidamente), se encontraron con que el cauce por donde debía fluir el Río Isen se encontraba casi seco, lo que les llevó a temer alguna maquinación de Saruman. No contribuyó a su tranquilidad descubrir como, poco después de su paso, las aguas del río volvieron a su cauce pero eso era algo con lo que tenían que contar.

A su llegada a las puertas del muro que cercaba el valle del Mago, descubrieron asombrados cómo las gruesas puertas metálicas que protegían la entrada habían sido arrancadas de sus goznes y cómo el propio muro se encontraba deshecho en algunos lugares. En ese momento, Gandalf les recordó a los presentes la historia de los Ents y cómo éstos se encargaron de cercar a Saruman una vez que su ejército había partido hacia el Abismo de Helm. Pero ahí no acabaron las sorpresas para los viajeros, ya que fueron recibidos por dos curiosos personajes: Merry y Pippin estaban vigilando la puerta para transmitir un recardo de Barbol a los recién llegados. Como es natural, transmitido el recado, se produjo el reencuentro entre los integrantes de la compañía y, tras una suculento banquete, ambos grupos se pusieron mutuamente al día de las aventuras que habían vivido.

Después del momento de ocio, tocó volver a la realidad cuando Gandalf, acompañado del Rey, de Bárbol y de los demás, decidieron entrevistarse con Saruman, que se encontraba en su torre rodeado de un enorme lago que le impedía la huida. Tras los habituales avisos de rigor por parte de Ganddalf respecto de las habiliddes oratorias de Saruman, todos salvo Barbol se dirigieron hacia el interior del recinto, observando cómo lo que había sido un precioso lugar había quedado convertido en un desastre debido a las necesidades bélicas del mago.

Llegados a la puerta de la Torre, fue Gandalf quien tomó las riendas de la conversación, a fin de evitar riesgos innecesarios. Obviamente, Saruman trató de cautivar a los presentes con su oratoria, pero como es de suponr, sin éxito. Consciente de su situación, Saruman pretendió hacer valer su condición de Mago líder del Concilio de Magos frente a Gandalf, pero su sorpresa fue total cuando Gandalf (ya no Gandalf el Gris, sino Gandalf el Blanco), le retiró su autoridad. Esto fue más de lo que Saruman podía esperar, pero no sólo el Mago, sino también su huesped (nuestro viejo conocido Grima) quien, en un momento de furia cuando la conversación había concluido, arrojó un preciado objeto por una de las ventanas de la Torre: un palantir que fue a caer al lago a los pies de Pippin. Advertido este hecho por Gandalf, acudió raudo y veloz a recogerlo de las manos del hobbit, quien se quedó con un cierto resquemor que lo llevaría a comenter una insensatez en el futuro.

Derrotado Saruman, tocó planificar los siguientes movimientos. Así, el principal fue desandar lo andado hacia Edoras para, previa convocatoria a los rohirrim, acudir en socorro de Minas Tirith, que se vería inmersa en la mayor batalla de todos los tiempos. Pero eso se verá más adelante.

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